Agradecidos por el Padre que no los abandonara

Mientras Rosita se columpia, la brisa despeina su cabello y los tibios rayos del sol, que comienzan a aparecer por la mañana, le dan las muestras de cariño de ese Padre que acaba de conocer. Allí, en el vaivén de su columpio, la pequeña se siente ajena a la extenuante situación que comienzan a vivir, Rosita, es la hermanita menor de siete niños que acaban de llegar a nuestro hogar. La vida de estos pequeños se ha tornado una pesadilla en los últimos meses. A cuatro horas de distancia, su madre se está muriendo de tuberculosis en un hospital de la capital, únicamente un milagro puede salvarla. Dos meses atrás, mientras los niños dormían, el padre desapareció en medio de la noche. “Cuando nos despertamos en la mañana, el ya no estaba, se fue sin decirnos adiós”, recuerda Rosita, quien a sus seis años de edad, ya siente las repercusiones del abandono.Antes de venir aquí, estuvimos en la ciudad con una tía, ella nos llevó, cuando mi hermana fue con mi mamá al hospital. Ella nos tenia encerrados, y después nos trajo de regreso a la casa, estábamos solos y con miedo. Muchos hombres andaban cerca de la casa, mis hermanitos y yo nos escondíamos. Cuando tocaban la puerta nos quedábamos calladitos para que no supiesen que estábamos dentro”, relata Mercy, quien en ausencia de su hermana mayor, que ahora vive en un hospital haciéndose cargo de la madre, a sus catorce años ha caído en ella la responsabilidad de cuidar a sus hermanos mas pequeños. Ahora, el miedo que estos niños sentían quedo atrás, y en cambio disfrutan de tener la compañía de otros jovencitos con quienes juegan y hablan, además de tener tres tiempos de comida, y habitaciones especialmente decoradas para ellos por Garin y Jennifer, la familia que Dios envió para sacarlos de esa pesadilla.Gavin y Jennifer formaron parte del grupo The Carpenters Hearth,  que se hospedó con nosotros mientras construían un Orfanatorio en una aldea cercana. Mientras se encontraban repartiendo algunos víveres en dicha comunidad, llegaron a la casa de Mercy y sus hermanitos, y al observar las condiciones en que vivían, decidieron intervenir en la situación y traerlos a un lugar seguro.Seguridad. Ahora la tienen, no hay más temor, y aun cuando ellos no saben la gravedad de la enfermedad que vive su madre, sus corazoncitos están con ella, y sus esperanzas puestas en el Padre que acaban de conocer; “No sabía ningún cantito, pero aprendimos ‘Demos gracias al Señor’ porque sentimos que debe haber Alguien que nos ama tanto para darnos todo esto. Y ustedes dicen que se llama Jesús, pues estoy agradecida por conocer a ese Padre que no nos va abandonar”, concluye Mercy, entretanto Rosita se baja de su columpio y corre a los brazos de su hermana. La sonrisa que se dibuja en sus rostros nos muestra que así como ese amor de hermanas las mantuvo unidas en la densa oscuridad que acaban de atravesar, ahora tienen la seguridad de que ese Padre que acaban de conocer también estará con ellas, como lo estuvo siempre.