El viaje de regreso a casa
/Ese momento en que tienes que despedirte de alguien muy cercano a tu corazón, por una u otra razón, es difícil, triste y doloroso. Para nosotros, siempre es agridulce ver partir a nuestros pequeños de La Casita Feliz, de regreso a sus hogares. Y es que luego de permanecer con nosotros por un largo periodo de tiempo, no deja de preocuparnos su bienestar al lado de sus padres.
Aun cuando, en muchos casos, nos satisface el compromiso de estos por hacerse cargo del cuidado de sus hijos, habiendo recibido la educación necesaria para que el fantasma de la desnutrición no visite nuevamente sus hogares, afectando a los pequeños.Tal fue el caso de las hermanitas Muñoz quienes fueron ingresadas en Noviembre del 2011, a raíz de la desnutrición, pero había mucho más que eso, su familia compuesta por 9 miembros, los padres, ambos menores de 30 años, con siete hijos, no tenían un techo donde pasar las frías y lluviosas noche, ni alimentos para darle a los pequeños hambrientos, era una situación lamentable. (Vea su historia aquí) Nuestro pediatra, el Dr. Maldonado, logró conseguir un empleo a Don José, este valiente padre que nunca se cansó de luchar por su familia.
Y que luego, con sus propios recursos fue levantando un pequeño refugio, que de a poco va tomando la forma de un hogar. Uno a uno, los pequeños fueron regresando con sus padres, quienes siempre se mostraron responsables y pendientes del cuidado de sus hijos. Al final, solamente las dos pequeñas permanecieron con nosotros, Maryuri y Elizabeth.“Lizzy” como cariñosamente le llamamos a Elizabeth, se ganó fácilmente el corazón de todos los que la rodeaban, al igual que Maryuri, su hermana mayor. En Servicio Panamericano de Salud logramos ser testigos de la transformación de estas bebitas, del rostro hambriento de la miseria a un rostro lleno de gozo y felicidad representando una infancia feliz. ¡Qué gran logro y satisfacción fue para nosotros poder ser parte de este cambio!.
Pero luego, ese momento llegó, los padres querían las pequeñas de regreso en su hogar, ahora con más estabilidad y con sus propios cultivos, en menor escala, tenían algo mejor que ofrecerles a las bebitas. Fue muy difícil para nosotros dejar ir a las pequeñas, pues ambas padecían de asma, y entre crisis, transcurrieron varias semanas, hasta que finalmente Maryuri fue la primera en regresar. La acompañamos hasta su nuevo hogar, y con el corazón encogido la dejamos con su familia, pero fuimos testigos del gozo de la pequeña al reunirse con sus hermanos, y tenemos la seguridad de que ahora disfruta del amor incondicional de su familia, quienes se esfuerzan por la salud y seguridad de las pequeñas, lo cual nos deja con más tranquilidad.
Finalmente Lizzy, nuevamente emprendimos el viaje junto a su madre, caminando alrededor de 20 ó 30 minutos cuesta arriba, hasta llegar al humilde hogar, donde lo principal es el amor de familia, lo demás viene por añadidura. Siempre continuamos al pendiente de estas pequeñas, realizando las visitas domiciliarias para llevar un buen control de la salud de los pequeños.
Oramos para que esta familia pueda caminar de la mano con Dios, y estamos seguros, muy pronto serán una historia de sueños cumplidos y perseverancia.