“Al que cree todo le es posible”

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Mientras nos adentramos en las hermosas montañas de Santa Bárbara, no puedo más que admirar la belleza natural del lugar, hermosos bosques de pinos, quebradas refrescantes, el impetuoso río Ulúa y extensas colinas que se unen en una cordillera formando un paisaje maravilloso. Sin lugar a dudas es uno de los viajes más placenteros que he hecho, excluyendo el pésimo estado de la “carretera” totalmente lavada por la lluvia, y en la que predominan las “zanjas” y desniveles, obligando al conductor a realizar una y mil maniobras por mantenerse dentro de la misma.Cualquier amante de la naturaleza y la fotografía estaría extasiado de vivir esta experiencia, sin embargo mis pensamientos van más allá de la composición natural, dado que la misión es localizar a Ingrid, quien sufre un cuadro de desnutrición de los peores que he visto en mi vida, marasmo grado III. Con nueve años de edad, esta deplorable enfermedad se ha ensañado con ella, y cómo si esto no fuera poco la pequeña también adolece de una enfermedad mental, que no le permite vivir la vida con normalidad cómo cualquier otro niño. Su hermano gemelo no corrió con la misma fuerte, y allí mismo se puede observar el contraste entre un niño sano y los destrozos que puede provocar la desnutrición en la vida de una pequeña. Por esa razón es que estamos aquí, si ellos no pueden venir a nosotros, vamos por ellos, ya lo dice el famoso dicho, y el que modificó de la siguiente manera, “si la montaña no viene a SPAS, nosotros vamos a las montañas”.Y es que la pobreza extrema que azota las comunidades más remotas de nuestro país, no le permite a los pobres habitantes de dichos lugares buscar la ayuda que necesitan, salir a tocar las puertas de las instituciones, que como la nuestra, están aquí para ofrecer una mano al desvalido, enfermo y necesitado. Es por eso que en el caso de Ingrid se tardó nueve años en llegar la ayuda, sin embargo el momento tan esperado llegó, y tal cómo le diría su madre, al hermanito menor, cuando le inquirió sobre nuestra presencia y la razón por la que nos la llevábamos, “Ellos dicen que Dios la va a sanar y ellos le van a ayudar”. Esa es la realidad, por nosotros mismos no podemos ofrecer la sanidad de la pequeña, ni la de cada niño que llega al SPAS abatido por la desnutrición, pero confiamos que Dios puede hacerlo, y “Al que cree todo le es posible”, así que creemos que Ingrid podrá  recuperarse muy pronto y regresar al paradisíaco lugar donde vive!